Percepción de la imagen corporal como aproximación cualitativa al estado de nutrición.
Objetivo: Comparar la percepción de la imagen corporal con el índice de masa corporal (IMC) calculado a partir del peso y la talla declarados por los sujetos y valorar su capacidad para clasificar el estado de nutrición. Se eligió una muestra representativa de la población de España, integrada por 517 hombres y 483 mujeres mayores de 15 años. Las variables fueron sexo, edad, nivel educativo, IMC e imagen corporal percibida. La capacidad de clasificación de la imagen corporal se comparó con el IMC empleando la sensibilidad y la especificidad.
Los especialistas en nutrición dedicados a la salud pública, siempre han manifestado especial interés por encontrar indicadores cuyo estudio implique un bajo costo y cuya aplicación en trabajos de campo se facilite, y que a su vez resulten aptos para identificar a las poblaciones en riesgo de mala nutrición, ya sea por déficit o por exceso de alimentación. En la última década ha aumentado la importancia de las enfermedades crónicas no transmisibles como problema prioritario de salud pública.
Esta situación ha dejado de ser exclusiva de los países desarrollados y empieza a ser también motivo de preocupación en algunos países en vías de desarrollo. Esta situación se ha relacionado con cambios demográficos como el aumento en la esperanza de vida, la adopción de estilos de vida poco saludables y los acelerados procesos de urbanización. Las principales causas de mortalidad se han ido asemejando a las de los países industrializados (enfermedades cardiovasculares, tumores malignos, diabetes mellitus). Al mismo tiempo sigue existiendo una importante mortalidad por enfermedades transmisibles, propias de países en vías de desarrollo; a esta coexistencia, se le ha denominado transición epidemiológica. Ante este panorama, la investigación en los países en desarrollo se ha propuesto estimar la magnitud de los problemas de salud, identificar factores de riesgo a fin de establecer las medidas convenientes para su control. Los principales factores relacionados con la creciente presencia de enfermedades crónicas no transmisibles están asociados con patrones y hábitos de vida inadecuados, entre los que se pueden mencionar: el exceso en la alimentación en términos de energía, el desequilibrio en el aporte y el tipo tanto de grasas como de hidratos de carbono, así como la baja ingesta de fibra y de algunos micronutrientes. Otros importantes factores asociados al estilo de vida son el hábito tabáquico, el excesivo consumo de alcohol, la falta de ejercicio físico, el sedentarismo y el estrés, que favorecen diversos grados de sobrepeso y obesidad, y que contribuyen al desarrollo de otros padecimientos.9 Las encuestas nacionales que se han llevado a cabo en varios países durante los últimos años han incorporado diversos indicadores dietéticos, antropométricos y bioquímicos que permiten una mejor estimación de los problemas relacionados con la alimentación. Uno de los indicadores más empleados para medir el estado de nutrición en la población adulta es el índice de masa corporal (IMC), que se obtiene al dividir el peso en kilogramos entre la talla en metros elevada al cuadrado. La clasificación y los puntos de corte más aceptados en el ámbito internacional son: delgadez, que corresponde a un índice inferior a los 20 kg/m2 ; normalidad, que oscila entre los 20 y los 24.99 kg/m2 ; sobrepeso, que va de los 25 a los 29.99 kg/m2 , y obesidad, que alcanza los 30 kg/m2 y más. Dicho índice habitualmente se obtiene en los estudios epidemiológicos, tanto haciendo las mediciones en los sujetos seleccionados, como registrando el peso y la talla que estos últimos declaran. Esta última técnica ha sido validada ampliamente y puede utilizarse sabiendo de antemano que subestima el peso y sobrestima la talla. En estudios realizados entre pacientes con trastornos del comportamiento alimentario, se emplea, asimismo, la imagen corporal real e ideal para captar el nivel de satisfacción que tienen respecto a su cuerpo, así como su grado de autoestima. También algunos autores han intentado validar la imagen corporal como un indicador de percepción del tamaño corporal.
La necesidad de realizar estudios epidemiológicos en grandes muestras de población y, al mismo tiempo, optimizar recursos reduciendo el costo, el tiempo y el esfuerzo que supone la ejecución del trabajo de campo, sin perder la calidad de la información, ha conducido a los investigadores a buscar métodos simplificados para llevarlos a cabo. Un ejemplo de ello se tiene en un estudio clásico de epidemiología sobre hábito tabáquico y cáncer de pulmón, en el cual la información se obtuvo mediante una encuesta enviada por correo y auto contestada; asimismo, en epidemiología nutricional existen varios estudios de evaluación de ingesta de alimentos hechos con cuestionarios enviados por correo auto contestados o con encuestas realizadas por teléfono. En estudios de valoración del estado de nutrición en población adulta se han aplicado otras técnicas para obtener el peso y la talla, sin necesidad de hacer la medición directa del sujeto estudiado. En algunos de estos estudios, los sujetos seleccionados refieren su peso y su talla, o bien, ellos mismos realizan la medición de perímetros corporales, ya que se suele anexar una cinta métrica al cuestionario
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